lunes, 12 de mayo de 2014

"Dale Me Gusta y Compartir"

Recuerdo claramente cuando a mi casa llego el primer celular, lo trajo mi padre y era un Audiovox negro, bastante pequeño en comparación a los gigantes que estaban escasamente en el mercado. Para mi ese aparato era increíble, de verdad no entendía como podía funcionar y comunicar a las personas sin un cable y en una época donde los “locutorios” eran famosos a causa de la poca penetración del servicio telefónico convencional.


Lo más chistoso de aquel Audiovox es que era prácticamente un adorno, las tarifas de Telcel eran tan elevadas para este servicio que hacer una llamada local podía costar casi lo mismo que comunicarse con el sur de China.

Evidentemente esos tiempos quedaron atrás ante la necesidad y lo lucrativo del negocio especializado en conectar a las personas, por lo que hoy comprar un celular y pagar un plan no es tan cuesta arriba como en aquellos años.

Soy un amante de las Redes Sociales y su poder comunicacional del que gozan sin la necesidad de emitir una palabra o enlazar un satélite para saber que esta pasando en tiempo real en el mismísimo Sur de China. La teoría de la Aldea Global que estudié en la Universidad pasó a ser una hipótesis arcaica, porque con un solo click puedes generar y recibir información de cualquier tipo que por medio de un “share” es capaz de romper fronteras inimaginables e incluso barreras de lenguajes.


Aunque este fenómeno comunicacional ha sido motivo de diversos estudios, no deja de llamarme la atención lo mucho que esta incesante búsqueda de cercanía y conexión logró al alejarnos de la vida que percibimos a nuestro alrededor. Desde hace más de una década es más fácil mantener la vista absorta en la pantalla de tu smarphone, comunicándote con muchísimas personas a la vez y lugares, mientras nos mantenemos desinformados y desconectados de quien tenemos al frente mientras compartimos un café, para supuestamente actualizarnos de nuestras novedades en algo más extenso que 140 carateres.


¿Hasta donde podrá llegar este proceso de distanciamiento con quienes tenemos al lado, y de cercanía virtual con los que se encuentran a miles de kilómetros? No lo sé, pero si estoy convencido y agradecido de no tener que volver a escribir cartas que se tardaban meses en llegar, si llegaban, para saber de mi familia en el extranjero, sin embargo tampoco estoy conforme con felicitar a través del Facebook con un insipiente “Me Gusta” a mis seres queridos que estén celebrando un año más de vida, se graduaron o cambiaron su estatus civil.

Me abruma que cada vez nos esforzamos en “Compartir” más compartiendo menos, basta con buscar esta palabra en -Google- para entender su significado:

Compartir v. tr.
1   Usar o tener una cosa en común con otros: varios amigos comparten el piso.
2   Dividir en partes una cosa para repartirla entre varios: compartir un bocadillo.
3   Comunicar a otra u otras personas ideas o sentimientos particulares: compartir las alegrías y las penas.
4   Tener la misma opinión que otra persona: conozco sus teorías, pero no las comparto.



Comunicacionalmente hablando “compartir” tiene que ver con el hecho de expresar y acordar ideas o sentimientos. ¿Cómo se traduce esto? bueno en un escenario que permita la interacción, si nos ponemos algo vintage estaríamos hablando de una reunión, un café, una parrilla, una fiesta e incluso el llamado “compartir” que suelen organizar en colegios y empresas.


La realidad es que en un alto porcentaje ya no es así porque una acción tan humana como la que acabo de conceptualizar, también se transformó en un click que te permite “Compartir” lo que se supone tenemos en común con una persona, para que otras que no conocemos, posiblemente también estén de acuerdo con nosotros sin la necesidad de que si quiera sepan mi nombre real. (Esa info está en otra entrada de mi Blog)

Al final no pretendo menospreciar las consecuencias de lo 2.0, de ser así yo debería ser el primero en dejar de escribir esto para ir a contarlo personalmente a gente desconocida en una plaza, pero si creo que deberíamos cifrar esfuerzos en aquello que nos define como seres racionales que tenemos la capacidad  y don de “sentir” cosas superiores que la banal satisfacción que nos genera recibir muchos “me gusta” en las fotos que subimos a Instagram. Bajemos las dosis de #Selfies para enseñar nuestra sonrisa como la consecuencia de algo que de verdad nos gusta, y levantemos la cabeza de nuestros celulares para evitar que por nuestro mismo camino se escape alguien que este dispuesto a transitarlo junto a nosotros.


No son las tendencias las que nos definen, son nuestras ganas de vivir la vida lo que permite que todas nuestras experiencia no quepan en el Timeline de ninguna persona, sino en sus recuerdos mas atesorados.


Entonces, ¿qué harás con esta entrada? “Me Gusta”, “Favorito” o “Compartir”.


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