Mucho se dice de la aventura que es enfrentar
el proceso de solicitud de Visa americana, mitos urbanos, leyendas y ritos han
surgido de las múltiples experiencias que se desprenden de ese tramite.
Hace pocas semanas me embarque en el sueño de
conocer al Mickey Mouse original, no la copia barata que vi en Disney Paris
sino el ratón dueño del imperio económico de la diversión más grandes del
planeta, y debo decir responsablemente que fue tal lo vivido en esas horas de
angustia por acercarme a la casa del orejón de pantalones rojos que amerita que
este post se divida en algunos capítulos.
Capítulo 1 – Aplicación
electrónica DS-160
Todo comienza con la
visita a la página de la embajada, una vez que encuentras el link debes
comenzar a llenar el formulario electrónico, un documento de la extensión de un
discurso del difunto Hugo Chávez transcrito a letra 12. Debes ir completando el
cuestionario a ritmo de corredor etíope porque de lo contrario el tiempo caduca
y pierdes los últimos avances, a medidas que pasas las páginas las preguntas
comienzan a convertirse en repetitivas, y como decimos en criollo, con ciertas
conchitas de mango. Te preguntan 3 o 4 veces tu nombre y estado civil, supongo
que para comprobar si a la 4ta vez te equivocas y en vez de poner el nombre de
tu esposa colocas el de tu amante y como diría el conocido Carrillo “Ayyy eso
es caída”.
Otra pregunta interesante
es si uno ha participado en el tráfico de drogas, armas químicas, órganos,
niños, niñas y animales. Lo que me sorprende en esta sección del formulario no
es la interrogante en sí, sino la estadística de cuantas personas cuasi
terroristas habrán respondido de manera
honesta y afirmativa, peor aun, ¿les habrán dado la Visa?
Capítulo 2 – Cadivi
La solicitud del preciado
documento obviamente se realiza en Dólares, Hay una parte que se paga en
bolívares a un banco nacional, pero de eso no hablaré porque no es interesante.
Lo que se paga en billetes verdes, 10$, puedes sacarlo de tu cupo electrónico
pero si al igual que yo el 10 de enero ya habías gastado todo en Amazon te
tocará pedirle a tu tía una contribución especial para aportar un granito de
arena a tu camino a Disney.
Capitulo 3 – Documentos
Luego de superar el
capítulo 1 y 2 en la página web te recomienda que lleves los soportes que te
puedan ayudar en tu cita, no dicen más, solo eso. Aquí comienza el pánico, como
la oportunidad es una y los 10$ no los vas a volver a tener empiezas a armar un
expediente que superará al archivo de cualquier institución publica: partida de
nacimiento, títulos, fondo negro de los títulos, carta de trabajo, carta de
recomendación, estados de cuentas, estados de tarjetas de crédito (previos
depósitos y pagos de la deuda), carta de matrimonio, fe de bautismo, fe de
vida, y más fe, documentos del carro, seguro del carro, seguro de vida y
finalmente mucha seguridad que de nada servirá cuando pongas un pie en la
Embajada.
Capítulo 4 - Bienvenido a la Embajada Americana
Luego de lidiar y amargarte
porque en los alrededores de la casa diplomática no hay estacionamiento, ves a
un poco de personas solicitantes haciendo la cola en la calle para entrar, la
verdad no sé porque la hacen si una encargada hace el llamado por horas de llegada,
sin embargo yo la hice.
Algo interesante es que esta
primera funcionaria resalta verbalmente lo que dice la web y los anuncios en el
lugar, no se puede ingresar con celulares, maletas, metal, potes, encendedores,
cd´s, navajas, armas, etc, etc, etc. Aun así a la hora del cateo con los
agentes todos tienen una maleta, un pote, un cd, un encendedor y por supuesto
el celular.
Esto ya pone la situación
tensa y comienzan las indicaciones sencillas de las amables trabajadoras que simplemente
por el nerviosismo uno no entiende:
“Póngase en la fila derecha” – Todos a la
izquierda.
“No desprenda la pestaña de la boleta” - Ya la
había desprendido.
“Levante la mano los de las cita de las 11:00
a.m. – Se me olvidó cual era mi hora y cual era la mano que tenía que levantar.
De ahí en adelante comienzas
a avanzar en distintos grupos y a distintos puntos de control, nunca te dicen
cual es el de la entrevista así que vas simplemente muerto de miedo pensando
que el siguiente “será”.
En la travesía como buenos
venezolanos surge conversación, cada quien cuenta su experiencia, temor,
aspiración y como es usual nunca falta el de los chistes malos, muy malos y el
que sin desparpajo muestra su amuleto de la buena suerte, que seguramente, es
algo prohibido en las normas del lugar.
En este punto de la travesía corroboré que los venezolanos no
servimos para seguir instrucciones, hay algo en nuestra idiosincrasia que nos
lo prohíbe y hace que nuestras neuronas no lo asimilen, si nos dicen has esto
de inmediato estamos buscando la manera de hacer lo contrario.
Capítulo 4 – Face to face
Ya faltan pocos metros y
estás en contacto directo con las taquillas en la que un amable “gringo”
decidirá tu futuro junto a Mickey, Minnie y Pluto, a partir de allí deja de
tratarse de una visita a una parque de diversiones, en ese recta final se trata
de todo, de tu libertad, del país, de tus sueños, esperanzas y por sobre todo
de la posibilidad que te digan “No gracias”.
Delante de mi, en la taquilla
asignada iba una familia de maracuchos que ante la pregunta del funcionario
americano sobre su trabajo el marabino, típico marabino, pues no supo
explicarle que era un autoperíquito, tampoco pudo explicar como mensualmente
ganaba 35 mil y su esposa otros 15 mil trabajando con él. Los maracuchos se
quedaron con las ganas de vivir el sueño americano en vacaciones y a mi parecer,
me habían dejado a un americano bastante sulfurado y estresado tras las
muestras del folclor zuliano que la familia le dejó de recuerdo.
En mi caso afortunadamente
todo marcho por otro camino, tuve una conversación amena, no hablé de más,
tampoco de menos y siempre me mostré seguro de mis objetivos, eso si, no le
dije que quería ir a Disney, opté por otro cliché y le dije que lo mío eran Las
Vegas.
“Sr. Bienvenido a los Estados Unidos” en ese momento me sentí vivo, alguien en el
mundo, libre, completo, orgulloso y creído, mi amigo al otro lado del vidrio
simplemente no me pidió nada, nada…Me quedé con la carpeta intacta y casi podía
sentir el olor del eucalipto tras alcanzar esta victoria.
Al final de esta traumática experiencia
agradezco una sola cosa y no es precisamente que me hayan aprobado la Visa, doy
gracias porque la tengo por 10 años, mucho tiempo en el que espero no volver a
poner un pie en ese estresante lugar.