domingo, 24 de noviembre de 2013

Crónica de una Visa


Mucho se dice de la aventura que es enfrentar el proceso de solicitud de Visa americana, mitos urbanos, leyendas y ritos han surgido de las múltiples experiencias que se desprenden de ese tramite.


Hace pocas semanas me embarque en el sueño de conocer al Mickey Mouse original, no la copia barata que vi en Disney Paris sino el ratón dueño del imperio económico de la diversión más grandes del planeta, y debo decir responsablemente que fue tal lo vivido en esas horas de angustia por acercarme a la casa del orejón de pantalones rojos que amerita que este post se divida en algunos capítulos.

Capítulo 1 – Aplicación electrónica DS-160


Todo comienza con la visita a la página de la embajada, una vez que encuentras el link debes comenzar a llenar el formulario electrónico, un documento de la extensión de un discurso del difunto Hugo Chávez transcrito a letra 12. Debes ir completando el cuestionario a ritmo de corredor etíope porque de lo contrario el tiempo caduca y pierdes los últimos avances, a medidas que pasas las páginas las preguntas comienzan a convertirse en repetitivas, y como decimos en criollo, con ciertas conchitas de mango. Te preguntan 3 o 4 veces tu nombre y estado civil, supongo que para comprobar si a la 4ta vez te equivocas y en vez de poner el nombre de tu esposa colocas el de tu amante y como diría el conocido Carrillo “Ayyy eso es caída”.


Otra pregunta interesante es si uno ha participado en el tráfico de drogas, armas químicas, órganos, niños, niñas y animales. Lo que me sorprende en esta sección del formulario no es la interrogante en sí, sino la estadística de cuantas personas cuasi terroristas  habrán respondido de manera honesta y afirmativa, peor aun, ¿les habrán dado la Visa?


Capítulo 2 – Cadivi


La solicitud del preciado documento obviamente se realiza en Dólares, Hay una parte que se paga en bolívares a un banco nacional, pero de eso no hablaré porque no es interesante. Lo que se paga en billetes verdes, 10$, puedes sacarlo de tu cupo electrónico pero si al igual que yo el 10 de enero ya habías gastado todo en Amazon te tocará pedirle a tu tía una contribución especial para aportar un granito de arena a tu camino a Disney.

Capitulo 3 – Documentos


Luego de superar el capítulo 1 y 2 en la página web te recomienda que lleves los soportes que te puedan ayudar en tu cita, no dicen más, solo eso. Aquí comienza el pánico, como la oportunidad es una y los 10$ no los vas a volver a tener empiezas a armar un expediente que superará al archivo de cualquier institución publica: partida de nacimiento, títulos, fondo negro de los títulos, carta de trabajo, carta de recomendación, estados de cuentas, estados de tarjetas de crédito (previos depósitos y pagos de la deuda), carta de matrimonio, fe de bautismo, fe de vida, y más fe, documentos del carro, seguro del carro, seguro de vida y finalmente mucha seguridad que de nada servirá cuando pongas un pie en la Embajada.

Capítulo 4 - Bienvenido a la Embajada Americana


Luego de lidiar y amargarte porque en los alrededores de la casa diplomática no hay estacionamiento, ves a un poco de personas solicitantes haciendo la cola en la calle para entrar, la verdad no sé porque la hacen si una encargada hace el llamado por horas de llegada, sin embargo yo la hice.


Algo interesante es que esta primera funcionaria resalta verbalmente lo que dice la web y los anuncios en el lugar, no se puede ingresar con celulares, maletas, metal, potes, encendedores, cd´s, navajas, armas, etc, etc, etc. Aun así a la hora del cateo con los agentes todos tienen una maleta, un pote, un cd, un encendedor y por supuesto el celular.


Esto ya pone la situación tensa y comienzan las indicaciones sencillas de las amables trabajadoras que simplemente por el nerviosismo uno no entiende:

“Póngase en la fila derecha” – Todos a la izquierda.
“No desprenda la pestaña de la boleta” - Ya la había desprendido.
“Levante la mano los de las cita de las 11:00 a.m. – Se me olvidó cual era mi hora y cual era la mano que tenía que levantar.


De ahí en adelante comienzas a avanzar en distintos grupos y a distintos puntos de control, nunca te dicen cual es el de la entrevista así que vas simplemente muerto de miedo pensando que el siguiente “será”.


En la travesía como buenos venezolanos surge conversación, cada quien cuenta su experiencia, temor, aspiración y como es usual nunca falta el de los chistes malos, muy malos y el que sin desparpajo muestra su amuleto de la buena suerte, que seguramente, es algo prohibido en las normas del lugar.

En este punto de la travesía corroboré que los venezolanos no servimos para seguir instrucciones, hay algo en nuestra idiosincrasia que nos lo prohíbe y hace que nuestras neuronas no lo asimilen, si nos dicen has esto de inmediato estamos buscando la manera de hacer lo contrario.

Capítulo 4 – Face to face


Ya faltan pocos metros y estás en contacto directo con las taquillas en la que un amable “gringo” decidirá tu futuro junto a Mickey, Minnie y Pluto, a partir de allí deja de tratarse de una visita a una parque de diversiones, en ese recta final se trata de todo, de tu libertad, del país, de tus sueños, esperanzas y por sobre todo de la posibilidad que te digan “No gracias”.


Delante de mi, en la taquilla asignada iba una familia de maracuchos que ante la pregunta del funcionario americano sobre su trabajo el marabino, típico marabino, pues no supo explicarle que era un autoperíquito, tampoco pudo explicar como mensualmente ganaba 35 mil y su esposa otros 15 mil trabajando con él. Los maracuchos se quedaron con las ganas de vivir el sueño americano en vacaciones y a mi parecer, me habían dejado a un americano bastante sulfurado y estresado tras las muestras del folclor zuliano que la familia le dejó de recuerdo.


En mi caso afortunadamente todo marcho por otro camino, tuve una conversación amena, no hablé de más, tampoco de menos y siempre me mostré seguro de mis objetivos, eso si, no le dije que quería ir a Disney, opté por otro cliché y le dije que lo mío eran Las Vegas.


“Sr. Bienvenido a los Estados Unidos” en ese momento me sentí vivo, alguien en el mundo, libre, completo, orgulloso y creído, mi amigo al otro lado del vidrio simplemente no me pidió nada, nada…Me quedé con la carpeta intacta y casi podía sentir el olor del eucalipto tras alcanzar esta victoria.



Al final de esta traumática experiencia agradezco una sola cosa y no es precisamente que me hayan aprobado la Visa, doy gracias porque la tengo por 10 años, mucho tiempo en el que espero no volver a poner un pie en ese estresante lugar.